← Volver a Testimonios

 

Testimonio de Elisa Serrano

Me enteré de la Escuela de Afrontamiento Activo por Facebook y, desde el principio, supe que quería participar en ella. Era el momento: ya era capaz de hablar de mi hija sin llorar desde el primer momento, ya no tenía miedo a una enfermedad degenerativa (mi hija no tiene un diagnóstico claro), ya estoy más serena y puedo escuchar a otras personas hablando de sus miedos y sus preocupaciones sin llevármelos a mi casa y, sobre todo, quiero seguir ayudando a mi hija a que tenga acceso a nuevos tratamientos y quiero ser una madre que no la trate desde la pena, desde la angustia y desde la sobreprotección.

Al llegar allí no conocía a nadie y me daba cuenta de que otras madres y padres ya tenían una cierta relación. Me senté sola. La energía que se creó en la primera sesión con todos los participantes fue increíble. No era capaz de conciliar el sueño al llegar a casa. Cada testimonio era único, independientemente del grado de afectación de cada hijo e hija, de la edad, de las situaciones. Allí se escuchaba amor, responsabilidad, ganas de aprender, respeto y empatía. Y todo recogido por Claudia, Silvia, Darío y dos padres maravillosos, Paloma y Manuel, que evitaban caer en el llanto por el llanto, en el “cuentapenas” que no conduce más que al desahogo momentáneo y en el discurso “Mr. Wonderful” de la vida es bella y vive el momento.

En la Escuela compartimos el mismo lenguaje. Sabemos que ir al supermercado con nuestros hijos e hijas con espasticidad es tardar un buen rato más. Y otros padres y madres dirán “como con cualquier niño o niña”. Y nosotros callaremos y sabremos que no, que casi nada es como con cualquier otro niño (ojo, algunas cosas son infinitamente mejores, nuestros niños son los mejores ahora que no nos lee nadie). Que no es igual ir a las terapias que a las extraescolares como el fútbol o el baile. Que un catarro no es igual para nuestros hijos. Que la víspera de las revisiones ya estamos un poco atacadas de los nervios. Que dormir una noche de un tirón es un lujo que no todo el mundo puede disfrutar….

Las relaciones entre nosotras se fueron estrechando, en la Escuela no hay que explicar lo que no se ve, se sabe. Las que tenemos hijos mayores entendemos lo que están pasando las que están empezando. Los adolescentes nos dan LECCIONES, así, con mayúsculas, las buenas costumbres de algunos nos dan ejemplos, la que ha probado algo te da nuevas ideas, y así, entre todos nos ayudamos a mejorar como madres y padres y a aceptar con ánimo que la discapacidad es una condición, no una persona. Y que hay mucha luz al final del camino y en el propio camino.

Me llevo de la Escuela muchos aprendizajes, muchas reflexiones, mucho amor y la tranquilidad de saber que hay personas que me van a ayudar con toda la generosidad si lo necesito. Y, si yo pude ayudar a alguien en algún momento o puedo hacerlo en el futuro, la felicidad será completa.

Elisa Serrano.