Queridos/as lectores/as,

Logo CermiHace ya unos meses escribí una entrada sobre un programa de mentorado muy interesante que está llevando a cabo el Cermi Estatal.

Pensando en este programa y en todo lo que aporta a las mujeres que participan en él, he reflexionado sobre la inclusión. En concreto sobre cómo se construye y se alcanza la inclusión.

La inclusión es un término muy común entre las personas que de algún modo estamos relacionadas con la discapacidad. Pero más allá de una palabra «bonita» o «políticamente correcta», los que hablamos de inclusión sabemos que estamos luchando por alcanzar un derecho: la plena participación de las personas con discapacidad en todos los ámbitos de la vida.

¿Cómo podemos alcanzar la inclusión?

Evidentemente las leyes, su modificación y su cumplimiento son un elemento clave para conseguirlo. El Estado y sus Administraciones deben garantizar la igualdad de oportunidades y una vida digna a todos los ciudadanos. Sin embargo, queridos/as lectores/as lo cierto es que sobre el Estado no recae toda la responsabilidad. Nosotros, las personas con discapacidad o diversidad funcional somos los que tenemos «el valor transformador de la experiencia» como me dijo Luis Cayo Pérez Bueno, presidente del CERMI.

¿Y cómo podemos construir la inclusión a través de nuestra experiencia?

Desde mi humilde punto de vista la inclusión se construye acto a acto. Por ejemplo cuando un estudiante con discapacidad termina sus estudios con éxito, no sólo está consiguiendo sus objetivos sino que está demostrando que uno se puede formar y tener una discapacidad. De igual modo, cuando una mujer con discapacidad va logrando sus metas y lleva una vida «normal» (parto de la base de que no existe la normalidad), está abriendo camino a las que vienen detrás.

Como ya comentaba en mi entrada anterior sobre este programa, diversos estudios demuestran que las mujeres con discapacidad sufrimos una doble discriminación: por el hecho de ser mujeres y por tener una discapacidad. Además estos factores no sólo se suman si no que interactúan entre ellos dando lugar a diversas consecuencias y perjuicios adicionales para las mujeres. Es por eso que la experiencia vital trasmitida de mujer a mujer y el apoyo mutuo es una poderosa alianza para la inclusión.

De ahí que este programa sea tan interesante y necesario. Por ello que desde Convives os animamos nuevamente a participar, ya sea como mentora o como mentorada. ¡Todas tenemos mucho que aportar! ¡Todas podemos ser arquitectas de la inclusión! ¡Qué maravilla! ¿Verdad?

¿Qué decís, os animáis a participar en este programa y compartir vuestra valiosísima experiencia vital con otras mujeres? Si es así, y quieres ser mentora o mentorada puedes escribir a genero@cermi.es

Además os recomendamos leer el testimonio de Carla, una de las mentoradas del programa.

Aprender a hacer cosas nuevas e interesantes de la mano de otra mujer con discapacidad

Para más información:

Programa de mentorado para mujeres con discapacidad del CERMI