Foto Claudia Tecglen

Este mes, el artículo de este boletín está escrito por mi… Sé que muchos lectores, echarán de menos las grandes reflexiones de nuestro inigualable Jesús Muyor (yo también). Pero tranquilos, regresará en breve)… Con toda humildad intentaré redactar un artículo interesante sobre un tema vital es «el camino a la inclusión social comienza por la escuela». Quizás lo primero que tenemos que preguntarnos es ¿Qué es la “inclusión social”? Sin duda, para todos los que nos movemos en este sector de la discapacidad es un término muy conocido, yo diría, incluso que está de moda….Pero lo cierto es que la inclusión no es sólo un término ni una moda que proclame el activismo y a la que se deba prestar atención por esa razón. A la inclusión social se le debe prestar atención porque su inexistencia va acompañada de la negación de derechos, de la discriminación y de no poder acceder a una vida “DIGNA” en mayúsculas y sobre todo, “PARTICIPATIVA”.

Definamos pues INCLUSIÓN SOCIAL: La UE define la inclusión social como un “proceso que asegura que aquellos en riesgo de pobreza y exclusión social, tengan las oportunidades y recursos necesarios para participar completamente en la vida económica, social y cultural disfrutando un nivel de vida y bienestar que se considere normal en la sociedad en la que ellos viven”.

Las personas con discapacidad estamos en riesgo de exclusión social por diversos motivos que ya ha comentado Jesús Muyor en diversos post para este boletín (recomiendo su lectura y su reflexión).

Bien, ya sabemos todos cuál es la definición del término “inclusión social”. Sin embargo, quizás la pregunta más importante sea: ¿Cómo se construye la inclusión social para que deje de ser un término y consigamos que sea una realidad consolidada para todas las personas, también para las personas con discapacidad?

Foto Daniela con uniforme del colegioHace relativamente poco por cuestiones laborales ha entrado en mi vida una persona con la que ha habido desde el primer momento buen feeling y que ahora puedo empezar a considerar un amigo. El otro día, en una de nuestras muchas conversaciones, me comentó que cuando explicaba a sus hijas de siete y de cuatro años que al final no iba a poder pasar el fin de semana en Valencia con ellos como tenía planeado, porque tenía una discapacidad que me hacía ir con muletas por lo que necesitaba que me ayudasen en el tren y no podía ser porque había huelga… Me comentó que su hija Daniela, de siete años le dijo: “Ah sí, yo tengo dos amigos en clase con discapacidad y son iguales que yo pero a veces necesitan un poco de ayuda para algunas cosas  y ya está, todos les ayudamos porque somos amigos”. Edu y yo nos alegrábamos de ver (en mi caso escuchar) la naturalidad con que su hija trataba la discapacidad. Y es que hablamos de leyes, políticas, acciones (todas ellas muy necesarias) pero a veces obviamos lo más importante: “LA INCLUSIÓN SOCIAL COMIENZA POR LA CONVIVENCIA EN LA ESCUELA”. Si a los niños/as  se les enseña desde pequeños que hay otros niños que tienen condiciones diferentes, ni mejores ni peores, simplemente diferentes y que por eso no dejan de ser niños con los que pueden jugar, estudiar, aprender, crecer y compartir… Entre otras muchas cosas… Dejaremos de tener que luchar por que se promulgan leyes, se promuevan acciones… Porque los niños/as que hayan crecido en convivencia con personas diferentes no tendrán que tratar y hablar sobre la inclusión sino que será una realidad que forme parte de su día a día.

A menudo suelo leer artículos con “décalogos” sobre cómo tratar a las personas con discapacidad. Aunque estén bien escritos y los autores tengan mucha razón, yo no voy a reproducir ni escribir un decálogo porque pienso que si una persona quiere tratar adecuadamente a otra, tenga ésta discapacidad  o no, simplemente se debe hacer la siguiente pregunta: ¿Cómo me gusta a mí que me traten los demás? Y actuar en consecuencia a su propia respuesta.

foto de AntonioQuizás, la “incomodidad”, “apuro” que sienten muchas personas del grupo mayoritario lo que habitualmente se conoce mal llamado como “personas normales” (yo no creo que en el ser humano exista un patrón de normalidad. En todo caso, patrones mucho más frecuentes) termine cuando nos demos cuenta y en esto también incluye a las propias personas con discapacidad de que la discapacidad dejará de ser una gran desconocida cuando se facilite la convivencia con ella…. Y en este paso tan importante, no nos equivoquemos todos tenemos una parte de responsabilidad… Los grupos mayoritarios (en nuestro caso personas sin discapacidad) y nosotros como colectivo, las personas con discapacidad que debemos entender que a veces, (yo creo que la mayoría de ellas)… Las conductas discriminatorias o los tratamientos no inclusivos por parte de las personas con las que nos relacionamos no son fruto de la maldad, sino del desconocimiento…. Nosotros somos los únicos “maestros legítimos” para mostrarles los pasos hacia la inclusión…. Por supuesto, las administraciones públicas deben garantizar nuestros derechos pero no olvidemos  jamás que la inclusión comienza por la convivencia….

Antes de terminar este artículo me gustaría pedir algo a los padres y las madres: cuando sus niños/as vean a otro niño/a con discapacidad no digan “no te quedes mirando”, “no preguntes”, sino que haga se acerquen los dos a saludarles y hablen con normalidad. De esta manera, los niños sabrán que esos niños con condiciones diferentes no dejan de ser niños como ellos.

Por último, ¡¡GRACIAS DANIELA por inspirarme a escribir este post y por dejarnos ver a todos lo guapa que eres con tu foto 😉 Espero conocerte pronto;)!!

Enlaces de interés

Video de «Super Antonio»

Claudia Tecglen

Presidenta de Convives con Espasticidad
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